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Cuentos para mi princesita

Para mi cariño.

Para mi cariño.

Erase una vez  una princesita muy y muy terca a la cual todo el mundo llamaba Francis, en honor a una vieja mula que había sido protagonista de muchas películas y series de televisión.

La princesita Francis tan terca y obstinada era, que tenía una cabezota  más grande que un calabazón.

Hay mucho más a contar de la Princesita Francis, esta vivía en un castillo poco accesible y solitario, y cuando alguien llamaba a la puerta del castigo gruñía y gritaba “fuera de aquí, que a nadie le es permitido entrar en mi castillo”.

Y cuando los aldeanos, caballeros, príncipes, zánganos y trovadores, oían esa voz de enfado empavorecidos huían asustados de las proximidades del castillo de la Princesita Francis.

Había una leyenda en las aldeas próximas al castillo de la princesa, que decía que la princesa  era tan terca, obstinada y malhumorada que era prima del Príncipe  que se casó muchos años atrás con la bella hija de Maurice, un inventor algo loco y despistado que había vivido en una aldea cercana.

La Princesita Francis, por unas mal adicciones de su pasado, se veía a sí misma, como una joven egoísta y con corazón de piedra que la hacía ser desconfiada y terca en no querer ver todo lo bonito que había en ella.

Una noche de tormenta y cuando menos la Princesita Francis lo esperaba, conoció al Príncipe de las Tierras del Norte, el cual era igual de  terco que ella.

El Príncipe de las Tierras del Norte, toda su vida había anhelado el amor de una princesita a la cual nunca  había encontrado, hasta aquella misma noche de truenos y relámpagos.

Por razón aún desconocida esa noche de tormenta permitió la Princesita Francis dejar entrar en su castillo al joven Príncipe de las Tierras del Norte.

Dice la leyenda que la Princesita Francis, le permitió entrar en su castillo, simplemente porque creyó que una vez amainada la tormenta, este se iría del castillo y nunca más volvería a saber de él.

Lo que la Princesita Francis, terca como nadie lo había sido nunca jamás, no podía imaginar que el Príncipe de las Tierras del Norte, solo verla al primer instante sintió algo especial y diferente hacía ella.

Mientras duraba la tormenta el Principie y la Princesita Francis, empezaron a hablar, sintiendo este que quizá estaba frente a la princesita que siempre había anhelado, la princesita de sus sueños.

 

Hay que decir la verdad, y no se puede decir que el Principie de las Tierras del Norte sintiera amor en ese primer instante, sino que sintió algo diferente y más maravilloso, sintió como las nubes grises de tormenta iban desapareciendo y daban entrada a unas hermosas nubes blancas y llenas de color por las rayos de un bonito sol que se reflejaban en ellas, dando la sensación de un nuevo empezar lleno de ilusión.

El Príncipe  sintió tras esa noche de conversación con la Princesita Francis, que algo quizá estaba naciendo, algo que no sabía exactamente que era, pero que le estaba llenando de ilusión y esperanza.

A partir de aquel bonito amanecer el Príncipe de las Tierras del Norte, siguió cada noche volviendo al castillo para hablar con la jovencita Princesita Francis.

Era difícil llegar al castillo, era difícil sortear sus muros, era difícil entrar por sus enormes puertas, porque ese castillo con los años de soledad se había deteriorado y vuelto frio como el mismísimo corazón de la princesita, la cual no quería mirar el mundo, la cual no quería mirarse a sí misma y ver lo hermosa que era, la cual prefería tener el corazón de una piedra tan dura como los muros de su castillo.

Una hermosura como persona que desprendía la princesita, que  ella misma por terca y obstinada se negaba a ver,  era ciega, totalmente ciega, era incapaz de ver todo lo maravilloso que había en su interior.

El Príncipe de las Tierras del Norte, no veía el corazón frio y egoísta que veían los aldeanos en la Princesita Francis, sino que veía  toda la magia que había en el interior de la princesita, veía todo su corazón lleno de brillo y color.

Pero la Princesita Francis, por mucho que el príncipe la quisiera hacer ver, seguía terca y obstinada viéndose a sí misma como la veían los aldeanos.

Pero el Príncipe de las Tierras del Norte, seguía cada noche y cada día hablando con ella, y más veía del corazón de color que había en el interior de esta, más veía su brillo y su luz, mas la conocía mas la amaba.

El Príncipe solo deseaba y deseaba estar con Princesita Francis, deseaba encontrarse en su castillo, porque estar con ella era su mundo, su felicidad.

Años transcurrían y la princesita feliz era con el Príncipe de las Tierras del Norte, pero aún en su corazón miedos habían que hacían que esta fuera desconfiada, egoísta y fría. No quería ser así la princesita, no lo quería, pero no lo podía evitar, tantos miedos albergaba su interior que era incapaz de verse maravillosa y prefería ser terca  y obstinada y tener como cabecita un calabazón.

La Princesita Francis, llego momento que prefirió expulsar al Príncipe de las Tierras del Norte de su castillo, expulsarlo con frialdad todo y quererlo muchísimo, todo y estar enamorada de él.

La princesita pensaba que esta era la mejor solución ya que aun terca ella creía que en su corazón solo cabía frialdad y que nunca podría cambiar, ciega seguía al no ver el brillo de su propio corazón.

El Príncipe de las Tierras del Norte, amaba a princesita, la adoraba, era parte de su vida, era su ilusión y su felicidad y como que terco era se prometió nunca dejar atrás a princesita mientras esta también lo amara, y ningún miedo que tuviera esta a ver su propia luz, haría cambiar de opinión al príncipe.

El Príncipe solo se guiaba por la nobleza de su corazón y si este le decía que amaba a princesita, entonces nunca la dejaría caer de entre sus manos y siempre estaría por ella, y de igual manera permanecería a su lado aunque fuera en la distancia.

Princesita Francis, terca y obstinada, en no querer ver la magia que había dentro de su propio corazón y poner en él una muralla de piedra que escondiera toda esa luz  que llenaba de vida al Príncipe de las Tierras del Norte.

Colorín y colorado este cuento aun no se ha acabado, obstinado y terco el príncipe seguirá,  amando y amando a la princesita estará, y nunca permitirá que esta se sienta sola y que olvide ni un solo instante su amor hacia ella nunca desaparecerá.

Princesa, sigues siendo mi todo, y no dudes que me haces feliz, y que en tu interior solo veo una magia que es mi ilusión y que es mi vida. Por mucho que me quieras mostrar un corazón de piedra, en mis manos sigue estando aquel corazón frágil y maravilloso que un día me mostraste y que pusiste entre mis manos y que yo prometí cuidar para siempre como el más bonito tesoro.

Nunca voy a ver el corazón de piedra que me quieres mostrar, porque sé que no existe, y lo sé por una sencilla razón, porque tu verdadero corazón ha estado y esta latiendo en mis manos, lo conozco y lo valoro por ser lo más bonito que jamás he tenido.

Cariño, por favor no me dejes atrás, sé que hay en tu interior, con todos tus defectos y virtudes, y simplemente te quiero  y me haces feliz. Confía en mí y créeme, pusiste tu corazón entre mis manos y estoy seguro que no está hecho de piedra, sino que está hecho de cariño, de sentimientos, de ilusiones  y que está lleno de magia, no seas ciega y mira en el interior de tu propio corazón y veras lo mismo que veo yo, una luz tremendamente hermosa y llena de vida.

T'estimo

 

GUION PELICULA PORNO

GUION PELICULA PORNO

Escena primera.

Señorita sumisita trabaja en un gimnasio, en el cual se ha quedado sola porque es la encargada de cerrar. Antes de cerrar esta en la sala de pilates, mirando en un gran espejo y pensando en la persona de la cual está enamorada, pensando en los deseos que tiene hacia el. Hay poca luz en la citada sala.

Sentada sumisita sobre un balón de gran tamaño, y mirándose en el espejo, empieza a acariciarse, cuando lleva unos largos segundos pasando sus manos por todo su cuerpo de repente nota un susurro que proviene de detrás de ella, casi en sus orejitas, que dice:

-. Cariño síguete acariciando.

Sumisita obediente y con una sonrisa porque la voz es de su amorcito, sigue tocándose, siguiendo las instrucciones que les son dadas de forma cariñosa pero así mismo con tono muy dominante.

Sumisita, sentada aun sobre el balón de gran tamaño y ya totalmente desnuda, por indicaciones de su amorcito separa sus piernas, reflejándose su sexo mojadito en el espejo.

Sumisita, acaricia su clítoris esperando inquieta y ansiosa nuevas órdenes.

Escena segunda.

Amorcito manda con voz clara y concisa a sumisita, que se levante y que vaya hacia el cristal, que se ponga castigada de cara al cristal de tal forma que sus pechos se rocen con el mismo, que siente el frio del espejo en sus pechos y vientre.

Sumisita está inquieta, pero al mismo tiempo muy excita, es una experiencia nueva para ella, es emocionante, excitante, inesperada la situación.

De pronto su amorcito mientras sigue esta de cara al cristal, se acerca a ella abrazándola desde atrás, acariciando su vientre y bajando sus manos hasta su sexo, para acto seguido decirle:

-. Esta noche vas a ser mía, totalmente mía en diez sitios diferentes que no esperas ni imaginas. Esta noche será mágica e inolvidable con una condición, que seas totalmente sumisita, si en algún momento dejas de ser sumisita la magia de esta noche se romperá.

Dichas estas palabras amorcito besa con  mucho deseo el cuello y hombros de sumisita, acariciando al mismo tiempo sus pechos, su sexo, su vientre y está notando en su culito el roce del pene de su amorcito, el cual esta vestido simplemente con unos tejanos y una camisa de manga larga.

De repente amorcito da la vuelta a sumisita, y sin decirle nada la alza con sus manos apoyando la espalda de esta en el espejo para penetrarla con mucho deseo.

Después de un minuto de múltiples envestidas con mucho deseo y con mucha fuerza, amorcito pone de rodillas a sumisita, haciendo que esta se apoye en un balón de gran tamaño, y de esta manera la vuelve a penetrar desde atrás de tal manera que esta vea la imagen de ambos reflejada en el espejo.

Mientras amorcito penetra a sumisita desde atrás, le da una nalgada en su culito y le pregunta:

-. Sumisita, ¿vas a ser obediente toda la noche, o serás desobediente haciendo que esta noche de magia se rompa?

Antes que sumisita pueda responder a la pregunta, amorcito le da una nueva nalgadita en su culito, de tal forma que sumisita entiende que espera total obediencia, motivo que le hace responder:

-. Seré totalmente obediente amorcito.

Amorcito entonces le dice:

-. Entonces esta será la noche con más magia que puedas haber vivido, cariño. 

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Sumisita, si quieres seguir leyendo como continua el guión de nuestra película pornográfica, tendrás que ser muy obediente, nada protestona y cumplir con cada uno de tus castigos, tanto pendientes como futuros. Para empezar si quieres leer la escena tercera, tendrás que enviarme otra foto tuya indecente, me da igual de que parte de tu cuerpo y como sea la foto, simplemente tiene que ser indecente.

 

Princesita Sumisita 50

Eran las cinco de la mañana que la princesa Sumisita se desvelo y empezó a pensar en el sueño que acababa de tener, un sueño precioso el cual la había llevado al pasado.

Quieta se quedo la princesita Sumisita en su cama, pensando en ese bonito sueño, había soñado en el príncipe de las Tierras del Norte al cual había amado en un pasado.  

Empezó a recordar, todo lo que había soñado junta a su amado príncipe, empezó a recordar todas las ilusiones y sueños que tenían ambos de una vida en común. 

El sueño que había desvelado a la princesita, empezaba en un precioso mirador sobre una cala de aguas azules envuelta de pequeños acantilados de roca, era un día soleado y el príncipe estaba sentado en un banco mirando una nube que dibujaba la carita de su amada princesa y de la perrita de esta que el adoraba.

La imaginación del príncipe, le hacía convertirse a el mismo en un nube que subía a los más alto del cielo para poder acariciar a su amada princesita y su amada perrita, para el eran su ilusión y su fuente de vida.

El príncipe convertido en nube no dejaba de jugar, de tocar, de acariciar a sus dos princesitas, y para el poder estar con ellas, poder junto a ellas y verlas felices era su cielo y su universo.

El príncipe sentado en el banco de piedra mirando el mar y disfrutando de su sueño, solo deseaba una cosa poder estar con sus amadas princesitas y que estas aparecieran andando en ese día de verano por el camino que llevaba al mirador.

La princesita Sumisita, siguió desvelada y recordando las ilusiones que vivió junto al lejano Príncipe de las Tierras del Norte, recordaba con cariño las noches que  se pasaban hablando y hablando a la luz de las estrellas y hasta que el sol se asomaba.

La princesita recordaba todas sus conversaciones, como el Príncipe siempre la quería hacer sonreír y como nunca la quería ver triste o con miedos.

La princesita tumbada sobre la cama recogida en ella misma como si de una niña asustada se tratara, no dejaba de recordar con nostalgia todas esas ilusiones y sueños, no dejaba de recordar cómo había deseado siempre tener una familia a la que querer, como deseaba ver crecer a un pequeño príncipe o princesa y arroparlo en sus brazos y cuidar de él.

La princesita Sumisita, siempre de jovencita había tenido muchas ilusiones y sueños a los que había renunciado por miedos y su Príncipe de las Tierras del Norte en esos años solo quería que su princesa dejara de temer y hiciera realidad sus sueños perdidos, y por ello lucho.

Una vez la princesita Sumisita le canto una preciosa canción al  Príncipe de las Tierras del Norte, en la cual le decía que la tenía en sus manos y que por favor no la dejara caer, y el príncipe estas letras de la canción le parecieron mágicas porque nunca antes alguien le había dicho algo tan bonito y lleno de sentimiento. El príncipe des de que conoció a la princesita siempre tuvo una imagen de ella que le despertaba mucho sentimiento, la veía como la bailarina de una caja de música llena de belleza y fragilidad la cual estaba en entre sus manos y el solo deseaba que la magia que había en la bailarina nunca se apagara, solo deseaba que de la caja de música saliese una maravillosa melodía que los hiciera a los dos para siempre felices.

Hay una confesión que el príncipe nunca le hizo a su princesa, que es una pesadilla que el a menudo tenia y que muchas noches le hacía despertar asustado. Más de una noche el príncipe de las Tierras del Norte se había despertado al ver en sus sueños que la princesita se caía de sus manos, por nada del mundo la dejaría caer, nunca iba a permitir que a la princesita le pasara nada de malo o que algo la hiciera sufrir, no eso no, nunca.

El príncipe de las Tierras del Norte, se había prometido un 26 de abril de 2007, que siempre cuidaría de su princesa, que se dejaría morir por ella, que era su mundo y que siempre buscaría su felicidad. Para el príncipe ese día fue su alianza, fue la entrega completa de sus sentimientos a la princesa que amaba.

El príncipe no dejaría caer de sus manos a su princesa, incluso si por miedos de ella misma se viera abocada a un precipicio no la dejaría caer de sus manos, sabiendo que ella lo amaba no la dejaría caer y menos por sus propios miedos. De ninguna forma permitiría que la princesa por decirlo de alguna manera suicidara sus ilusiones, sus sueños y sus sentimientos, ya que si morían estas tres hermosas palabras en ella, entonces también eran morir para el.

Seguía la princesa Sumisita tumbada en la cama, en la misma postura que en una foto que le encantaba al príncipe y que había sido de las primeras fotos que vieron juntos, no dejaba de recordar y recordar la princesita, en lo mucho que quería el príncipe, en como la quería él, en cómo se divertían juntos, en como compartían sus vidas, sus ilusiones, sus sueños, sus vidas.

Recordaba como el Príncipe deseaba verla siempre bailando, con una sonrisa, como el príncipe siempre la imaginaba esperándola en la entrada del castillo cuando el llegara de sus batallas, para ella poderlo besar y entregarse a él, solo dar el primer paso a través de la puerta.

Recordaba como el Príncipe deseaba y deseaba poder jugar con la perrita Dupi, su otro gran amor, su otra princesa, la adoraba porque para era la guardián de su amada, la guardián que la protegía, era su amiga y le daba un inmenso cariño.

Recordaba y recordaba la princesa Sumisita tumbada sobre la cama, los viajes que habían imaginado con el Príncipe, los lugares del mundo donde hubieran hecho el amor, Egipto, Paris, Brujas, Asturias, Roma y muchísimos otros, donde el príncipe le hubiera dicho una y otra vez lo que más le gustaba decirle, “t’estimo , ets el meu tot”.

Recordaba cómo habían imaginado correr por la playa juntos, con Duni y con un pequeño bebé que sería la felicidad de ambos.

Recordaba y recordaba, miles de noches juntos, miles de cartas de amor, miles de palomas mensajeras que volaban rápidamente por los cielos con un simple mensaje “t’estimo”.

Recordaba lo maravillosa que había sido aquella época, recordaba como el príncipe llenaba su vida, como la hacía feliz, como él se desvivía por ella, pero también recordaba como por miedos finalmente había sido suicidado sus ilusiones y sus sueños, como por miedos había alejado al príncipe que tanto la amaba de su lado.

Esa madrugada en que se había despertado a las cinco de la mañana, no podía dejar de pensar que era 26 de abril de 2022 y que hacía 13 años que no había alejado de su lado a su príncipe que tanto la amaba.  

La princesa Sumisita en la postura de esa foto que tanto gustaba al príncipe, miraba su lado vacio de la cama, un lado en que deseaba a aquel príncipe que tanto la había amado y que seguro que desde un lugar la seguía aun amando y deseando a pesar los años seguir luchando por ella.

La princesa al ver esa parte de cama, sintió un gran vacío porque esa parte vacía eran los sueños e ilusiones a los cuales había renunciado por miedos, esa parte de la cama era un amor ausente.

Esa parte de la cama siempre había estado vacía en esos años porque no habían ilusiones y sueños,  solo había habido miedos, pero nada que la hiciera sonreír como la hacía sonreír su príncipe.

En esa parte de la cama no llegaba el sol cuando este asomaba por la ventana, simplemente porque no había en ellas las ilusiones hechas realidad que de jovencita había deseado la princesita.

Seguía siendo de madrugada y la princesita Sumisita seguía pensando, en cómo había sido su vida de miedos y en como hubiera sido su vida con el príncipe que tanto la amaba y con el cual podía hablar sin temor, expresar todo lo que había en su interior y compartirlo con él, porque fuera lo que fuera que hubiera en el interior de la princesita el príncipe la quería tanto que nunca se hubiera apartado de ella.

La princesita Sumisita recordó una leyenda o fabula que hacía años de la cual se oía hablar, un caballero andante que recorría el mundo intentando ayudar a las personas, pero con mirada triste y que de vez en cuando se le oía murmurar cuando pensaba que nadie lo oía, t’estimo Sumisita.

Se decía de ese caballero errante que había amado tanto a una princesa que al perderla había perdido toda ilusión volviéndose loco de tristeza, pero la seguía queriendo, la seguía amando y seguía siendo su vida.

Poco a poco la Princesita Sumisita se fue durmiendo otra vez, y ya dormida lentamente una sonrisa se dibujo en sus labios. La princesa volvía a soñar, y soñaba con la otra princesita del Príncipe de la Tierras del Norte, soñaba con Duni, su gran amiga. 

Soñaba que estaban paseando como hacían muchos años atrás por una playa a primera hora de la mañana, un paseo de tranquilidad y que era disfrutar del gran amor que las unía. En ese paseo por la playa la princesa Duni en cierto momento se paro y le dijo a su amiga:

“Parate un momento y mira allá esa nube en el cielo, ¿ves lo que hay?”

A lo cual la Princesa Sumisita, queriendo disimular y como si esa pregunta no fuera con ella respondió:

“Vamos que llegamos tarde a casa, no veo nada, sigamos”

Y la princesita Duni, replico enfadada:

“No disimules que ves bien lo que hay, en esas nubes se dibujan tus ilusiones, tus sueños de toda una vida, y ahora seré como el Príncipe de las Tierras del Norte y te pondré un castigo por bobainas, escribe en la arena  las ilusiones que se dibujan en esas nubes y a las cuales has renunciado por miedos”

Se hizo un largo silencio en que la Princesita Sumisita, se paro a mirar las nubes que dibujaban unos sueños y unas ilusiones de toda una vida, a los cuales había renunciado, y al cabo de esos largos instantes la princesita Duni, dijo:

“Seguro que tu príncipe ahora mismo está mirando también una nube sobre el mar y en ella te sigue viendo porque eres su gran amor, eres su locura”

Y con carita muy dulce y llena de sentimiento la Princesita Duni siguió diciendo a su gran amiga:

“Amiga mía, cuando te conocí mi vida era muy difícil, tremendamente difícil, pero confié en ti y me devolviste la felicidad y desde entonces siempre moví la colita. La vida a veces nos depara momentos muy difíciles pero también de muy bonitos y personas que nos quieren y adoran, y no debemos renunciar a esas personas”

“A veces nos podemos enfadar con las personas que más queremos, mira que yo me enfadaba contigo cuando me querías bañar o darme ese pienso tan malo para adelgazar, pero no por ello quería alejarme de ti e irme a otro sitio, quería seguir estando contigo, porque a pesar de esos momentos que yo me ponía tonta, tú eras mi amiga, tú eras mi felicidad, no quería dejar de estar contigo”

Y con cara más dulce la princesita Duni preguntó:

“¿Cuando piensas en tu Príncipe, aún mueves tu colita con alegría?, no seas terca y dime la verdad”

Y sentándose sobre la arena de la playa la Princesita Duni dijo con semblante serio:

“¿Por qué renuncias a él si lo quieres?, no me digas que eres conflictiva porque él te quiere por lo que eres y cómo eres, sabe todo lo que hay dentro de ti, sabe de tus miedos, pero te quiere y es lo que único que le importa, le llenas de felicidad y el no quiere dejarte caer, porque para él verte caer, verte renunciar a tus sueños, es perder lo que más desea que es ver simplemente tu felicidad”

Y poco a poco el sueño se fue desvaneciendo, y al despertar la Princesita Sumisita, se hizo una pregunta:

“¿En qué año estoy?, ¿estoy en el 2022 o en 2009?”

Y aun nerviosa por los sueños y pensamientos que había tenido, siguió pensando:

“¿En qué año realmente quiero estar?, en el año en que estoy con mi príncipe y deseando disfrutar de las ilusiones y sueños de toda mi vida o en el año en que veo media cama vacía?, ¿puedo estar una vida entera sin poder ni querer tener ilusiones ni sueños, renunciando a ellos?, ¿puedo seguir así, dando la espalda a mis sentimientos e ilusiones?”.

Al mismo tiempo que la Princesita Sumisita, tenia estos pensamientos una reina mayor, en un sitio muy lejano le estaba preguntando al principe:

“No hablas con tu princesa, hace días que noto que no hablas con ella y la verdad es con la única persona con la que te he visto realmente feliz cuando te he visto hablar, ¿está bien?”.

 

Y el príncipe se mordía la lengua, porque su deseo era poder gritar, la quiero y con locura, quiero estar con ella y sin ella es que me siento triste y completamente vacío, todo lo que veo en ella me llena de ilusión y sentimientos.

El Príncipe de las Tierras del Norte, solo deseaba ver la felicidad de su princesa, no dejarla caer de sus manos y menos que ella misma se acercara a un precipicio por miedos y que cayera en el renunciando a sus sueños.

El Príncipe solo deseaba que al despertar de su sueño la princesita, deseara un mundo de ilusiones y no un mundo de renuncia, solo deseaba su felicidad y una vida en común donde compartir y disfrutar de ilusiones, y estar siempre por la persona que más amaba, su princesa Sumisita

La princesita, el dragón y el caballero enamorado

La princesita, el dragón y el caballero enamorado

Había una vez en un reino muy lejano una princesita muy bonita, con una sonrisa preciosa que a todos los caballeros del reino enamoraba. Era una princesita alegre, divertida, cariñosa, inteligente, pero a veces también algo bicho y traviesa.

A la princesita le gustaba mucho cuidar de sus flores, y cuidar en especial de una perrita llamada Lady Sara, a las dos les encantaba jugar y salir a pasear. Pero algo hay que decir de Lady Sara, era algo perezosa, y cuando veía pasar a un caballero con su caballo, se le ponía en medio del camino, para que la subiera con él y así no tener que andar de camino al castillo.

La princesita vivía en un enorme castillo ella sola, todo y que muy cerca de ella había otros castillos habitados por caballeros y reinas. La princesita le hacía gracia encontrarse al caballero del castillo más cercano al suyo, y le hacía gracia porque este caballero era un poco loco, siempre andaba diciendo tonterías que la hacían reír y a más siempre iba con reinas procedentes de reinos muy alejados, y por las noches hacían tales fiestas que la princesita desde su castillo las podía oír de ruidosas que eran.

A la princesita, también le hacía feliz encontrarse cada día con un caballero llamado Lancerot, el cual siempre perseguía a todas las princesitas de todos los reinos, fueran reinos cercanos o lejanos, era un caballero algo golfillo y a toda princesita que veía quería enamorar.

La princesita, le divertía como el caballero Lancerot le contaba sus gestas y sus batallas, y como más de una vez este había tenido que salir galopando en su caballo muy apresuradamente de algún reino, porque había intentando seducir a alguna princesa ya con príncipe.

Otras amistades tenia la princesita, entre ellas le tenía especial cariño a Lady Miriam, la cual era una rubia hermosa también muy cariñosa, y con la que salía a menudo a pasear.

La princesita era feliz y estaba muy bien en su castillo, y más cuando cada tarde un caballero para ella muy especial, le enviaba mensajes a través de una paloma mensajera o a través de una bola mágica, le hablaba. Era un caballero este muy lejano, el cual muy enamorado estaba de la princesita.

La quería con locura el caballero a la princesita, veía en ella solo hermosura, veía que esta tenía muy buenos sentimientos, que era buena, honesta, cariñosa, agradable, dulce, amable, traviesa pero también veía que la princesita tenía muchos miedos invisibles a las demás personas.

 

Cada noche el caballero y la princesita hablaban y hablaban, horas y horas. La princesita y el caballero cada noche eran felices hablando o enviándose a través de palomas mensajeras pequeños escritos atados  en una de las piernas de estas. El era muy feliz y ella también.

El caballero siempre pensaba que nunca había conocido a alguien que le hiciera sentir tan bien, que le hiciera sentir en un cuento de hadas, simplemente al hablar con ella sentía magia, mucha magia.

Pero el caballero de las Tierras del Norte, así era conocido entre los allegados a la princesita, desde hacía mucho tiempo, prácticamente meses después de conocer a la princesita, se dio cuenta que a esta  cada noche una pesadilla le asustaba de tal forma que a sus sueños hermosos renunciaba.

El caballero de las Tierras del Norte, no sabía inicialmente que pesadilla asustaba a la princesita, de tal forma  que esta renunciara a sus sueños y a sus ilusiones. Pero poco a poco el caballero fue sabiendo de esas pesadillas, y una cosa tenía muy clara el caballero, que sentía tanto amor por la princesita, que no pararía hasta derrotar a esa pesadilla en forma de dragón.

Decían del caballero de las Tierras del Norte, que era muy obstinado en sus propósitos, y que nunca absolutamente nunca renunciaba a las personas que quería y menos aun renunciaría a la persona que amaba.

Era tal el amor que sentía el caballero de las Tierras del Norte por la princesita, que por ella se dejaría morir, sentía muchísima locura por ella, no solo era la persona que amaba sino que era su mejor amiga, y es por ello que nunca la dejaría a merced de ningún dragón por muy difícil que fuera este de vencer.

El caballero sabia que vencer a ese dragón seria una gesta muy difícil, pero también sabía que ese dragón todo y no tener forma, todo y ser invisible podía ser vencido y seria vencido.

A veces el caballero en esa batalla con el dragón invisible, como no podía verlo daba palos de ciego, equivocándose y quizá sin querer dañando a su princesita, pero el caballero sabía que su amor era tal, que quería derrotar a ese dragón, y lo quería derrotar porque su princesita era su todo, era su ilusión, era su vida.

El caballero quería derrotar al dragón, como quería el perdón de su princesita si es que sin querer le hacía daño, pero el solo pretendía luchar por su amor y para que su princesita dejara de soñar con el dragón y solo soñara con la ilusión del amor que les unía.

Muchas veces el caballero creyó haber sido derrotado por el dragón, pero sacaba fuerzas de donde no las había, porque de algo estaba seguro, que su princesita era tan especial y valía tanto la pena que por ella moriría, y que por ella daría su último aliento, el caballero ante todo aunque el muriera quería que el dragón también muriese para siempre y su princesita fuera feliz.

El caballero de las Tierras del Norte sentía tanto por la princesita, que muchas veces pensaba que no iba a desistir en su lucha aunque esta tuviera que perdurar años y años, y pensaba así porque de algo estaba convencido, que la princesita lo valía todo y más.

El caballero muchas veces pensaba que si se dejaba derrotar por el dragón ya nada tendría sentido, porque estaba seguro que no volvería a tener ilusiones, si su princesita dejaba de estar a su lado, el solo podría sentir amargura.

Muchas noches el caballero después de hablar y hablar con la princesita a través de la bola mágica, se quedaba horas pensando en ella, en lo muy bien que lo había hecho sentir, en lo mucho que la quería, y en esas horas de pensamiento, tenía un sueño para el hermoso, poder ver a la princesita dormida con una sonrisa y el estar a su lado para ahuyentar cualquier mal sueño que esta pudiera tener.

El caballero no pretendía proteger a la princesita, solo pretendía verla feliz, ver la con una sonrisa, porque para el caballero ver esa sonrisa seria encontrar su propia felicidad.

El caballero sabia que a veces la princesita, desearía rendirse al dragón y que quería rendirse porque así pensaba que protegería al caballero del dragón, pensaba que así el caballero de las Tierras del Norte no saldría lastimado. Pero se equivocaba la princesita, la única cosa que podría lastimar al caballero seria el sentirse alejado de ella, sentir que el dragón conseguía arrebatar los sueños a la princesita, eso sí que lastimaría al caballero, pensar que el dragón arrebataba los sueños de ambos.

El caballero de las Tierras del Norte, no iba a renunciar, nunca lo haría, su amor era demasiado grande, le importaba demasiado la princesita, y si tenía que seguir luchando contra ese dragón en la soledad lo seguiría haciendo, pero nunca dejaría a su princesita y cada mañana como cada noche el caballero seguiría enviando a la paloma mensajera con un mensaje expresando sus sentimientos.

Muchas veces los ojos del caballero se llenaban de emoción, al pensar en lo mucho que quería a su princesita, se llenaban de emoción sus ojos al recordar todo el cariño que le hacía sentir la princesita, se llenaban de emoción al recordar toda la felicidad que le hacía sentir la princesita.

Es curioso que el caballero de las Tierras del Norte, pocas veces a pesar de las muchas batallas que había participado, había sentido lagrimas en sus ojos, pero si que las sentía al recordar todo los sentimientos que le despertaba su princesita, al recordar toda la felicidad que esta le daba.

No quería el caballero que la princesita renunciara a sus sueños, no quería el caballero que la princesita renunciara a sus sentimientos, no quería que la princesita creyera que la lucha contra el dragón estaba perdida, el caballero quería que la princesita se mirase a si misma y que viera todo lo bonito que había en ella, el caballero estaba convencido que si princesita se miraba así misma vería toda la su propia hermosura, vería la mucha magia que desprende y esa magia seria la que derrotaría al dragón.

Cada noche la princesita al soñar con el dragón hacia que por la mañana dejara de ver todo lo maravilloso que había en ella y el caballero solo pretendía que ella volviera a ver toda esa magia interior que tenia, porque era infinita y si ella veía toda esa magia el dragón sabría que había sido derrotado.

El caballero de las Tierras del Norte, se prometió así mismo una cosa, que seguiría y seguiría luchando contra el dragón y que cada mañana y cada noche, un mensajito enviaría a la princesita a través de las palomas mensajeras.

Las ilusiones del caballero de las Tierras del Norte, no serian derrotadas por ningún dragón y seguiría soñando en que cogía a la princesita de sus manos y paseaban por la playa acompañados de la perezosa Lady Sara.

Pero este cuento al leerlo se tiene que convertir en mágico, tiene que tener magia este cuento y con el lograr una cosa sencilla como hermosa, que esta noche si el cuento es leído, despierte la magia de la princesita, y que esta sin dudarlo coja a una paloma mensajera y que envié un mensajito al caballero diciéndole “te quiero”.

Y posiblemente que la princesita desde su castillo, si sabe de este cuento, pensara que simplemente que solo es cuento y que estos no existen, pero se equivoca porque detrás de este cuento hay muchos sentimientos, mucho amor y eso lo convierte en mágico, porque los sentimientos como el amor son verdaderos, son tan verdaderos como de llenar de emoción los ojos de la princesita como del caballero.

Princesita, si en este momento en tus ojos hay emoción significa que los sentimientos existen, que la magia existe y que no hay que renunciar a los sueños, si hay emoción en tus ojos envía un mensajito a tu caballero y este será feliz.

Princesita, el caballero de las Tierras del Norte nunca se irá como nunca desistirá de luchar y vencer al dragón por muy difícil que resulte, que te quiere tanto que por ti se dejaría morir, eres su sueño, su ilusión y su felicidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuento para mi sumisita

Cuento para mi sumisita

Esta historia que contare, es la unión de muchas azares de la vida, y de cosas que causaron mucho dolor a una persona y que al mismo tiempo sin ser participe en los hechos hizo que un señor policía cambiara su forma de pensar y de ver a las personas, entendió que detrás de cada persona siempre puede haber un dolor difícil de entender y que a las personas había que valorarlas siempre como a tales, y no solo por sus actos por incomprensibles que pudieran parecer. 

Parte primera

Hace muchos años, había un joven médico, un cirujano de éxito contrastado como ambicioso. Esta medico un buen día conoció a una joven heredera de una considerable fortuna, una joven que podía hacerle situar en una elite más ambiciosa y en un estatus muy superior, a través de ella podía conocer a grandes familias de renombre y colearse entre la clase política de más rango.

El joven cirujano, a la joven heredera conquisto y con ella se caso. Pero no se caso por amor, sino por ambición que se convertiría en trágica y llena de dolor.

Del matrimonio entre la joven cirujano y la joven heredera, nació al poco tiempo una hija, y para el resto de mortales veían este matrimonio como el matrimonio perfecto, jóvenes ricos y triunfadores, los cuales tuvieran pronto a una pequeña hija.  

Pero no más lejos de la realidad, en realidad era un matrimonio de engaño, en que la joven heredera estaba totalmente enamorada pero en el joven cirujano no era el caso. Este disfrutaba al margen de su matrimonio de vicios inconfesables como de numerosos amantes.

Un día ya pasados unos diez años de matrimonio, la joven heredera se considera muy infeliz, sabía que su marido no la quería, que la detestaba y cayó en un pozo que no tenia fondo, hasta que finalmente un día sobre su cama se corto sus venas, desangrándose hasta finalmente morir.

 

Parte segunda

 

Muchos años después de este hecho, prácticamente unos doce años después había un señor policía en un pueblo de montaña, que un día por su trabajo conoció a una chica de unos 23 años la cual tenía un novio metido en el mundo de la droga y de la delincuencia.

Este joven novio, siempre andaba metido en drogas como en pequeños robos, y a criterio del señor policía este era una mala persona, tanto por lo que hacía por cómo veía que trataba a su novia.

Este joven novio trataba a su novia con desprecio, con gritos e insultos, pero sin lógica para la gente que lo veía, esta joven estaba enamorada, muy enamorada de su novio.

Se la veía una chica de mirada triste, pero a pesar de eso se la notaba muy enamorada del joven delincuente.

La primera vez que el señor policía hablo con la joven enamorada, sencillamente este trato con indiferencia a la joven, en cierta forma la juzgo también como una delincuente, porque pensó que si tenía a ese novio no podía ser muy diferente a él.

El señor policía sabia que esa joven por oídas que procedía de una buena familia, cosa que dudaba porque en ella solo veía a una chica que hacia cualquier cosa por su novio, veía que le conseguía dinero para el de la forma que fuese, dándole cobertura en sus ilícitos o ella incluso de maneras que mejor no mencionar.

Pero un día el señor policía, coincidió con la joven novia y empezaron a hablar, de cosas intranscendentes, cosas sin la más menor importancia y ese hecho hizo que el señor policía durante un espacio muy corto de tiempo hablara ocasionalmente con la joven novia en varias ocasiones.

 

Parte tercera.

En varias ocasiones se encontraron casualmente el señor policía y la joven novia por el pequeño pueblo de montaña, y haciendo que hablaran en esas pocas ocasiones de forma muy larga.

El señor policía en alguna de esas ocasiones, recomendó a la joven novia que dejara a su novio por ser este una mala influencia y que a ningún sitio bueno la podría llevar.

Un día el señor policía aprecio unos cortes recientes en el brazo de la joven novia, y de dio por hecho que estos no habían sido accidentales sino causados por el joven delincuente a su novia, dio por hecho que podían deberse a unos malos tratos.

El señor policía se enojo con la joven, recriminándole por ser tan tonta por dejarse mal tratar, y de llevar la vida que llevaba por culpa de su novio, advirtiéndole que el novio solo le traería problemas y dolor y que mejor que lo dejara.

A lo cual a las palabras del señor policía la chica estallo con enfado y le recrimino que acusara a alguien sin saber de que lo que estaba hablando. Le dijo que no se podía juzgar a las personas por lo que parecía evidente, ya que eso era totalmente injusto.

A lo cual el señor policía le contesto, que no le contara historias, que tonto no era, y empezando una pequeña discusión.

Al final la joven novia, empezó a llorar y el señor policía intento consolarla, hablándole con afecto. Y la chica en ese momento empezó a contar una historia que cambiaria  profundamente al señor policia.

Parte cuarta

La chica le conto a que se debían los cortes y esos cortes no eran tan recientes como parecían sino que habían empezado a producirse casi una década antes.        

Cuando tenía unos diez años, la joven novia y aun cuando vivía con sus padres, entro  en la habitación de su madre para jugar con ella, encontrándose a su madre  tendida sobre la cama casi inconsciente y con un charco de sangre a su alrededor, una sangre que brotaba de una de sus muñecas.

La joven novia por su edad y por el terror y miedo de ese momento se quedo bloqueada, simplemente paralizada por el terror, hasta que finalmente alguien unos largos minutos después también entro en la habitación, sacando a la niña del sitio y llamando a emergencias.

Pero no se pudo hacer nada, la madre de la joven novia murió minutos después, creando en la joven chica un sentimiento de culpabilidad y un trastorno que nunca supero.

El joven cirujano pronto rehízo su vida encontrando a otra persona, pero la pequeña niña cayó en una dinámica destructiva, culpándose de lo ocurrido, teniendo que ser tratada por múltiples psicólogos y psiquiatras.

Todos esos problemas derivaron en una esquizofrenia y en múltiples ingresos de largas temporadas. Era un alternar de hospitales, por la esquizofrenia y por diversos intentos de suicidio, pero en esa época y en esos años de infancia y adolescencia quien la arropo mas, fue un pequeño delincuente que había conocido en el colegio.

Un delincuente que a pesar de sus defectos, siempre la había ido a visitar y siempre se había interesado por como estaba, un pequeño delincuente que sin modales que se coloba en casa de su pequeña amiga o en el hospital para saber de ella y atenderla.

Un joven delincuente lleno de defectos, de maldades y de cosas reprochables pero con un rincón quizá de tremenda bondad y con muchos detalles hacia la joven novia.

Los cortes que la joven novia tenía en el brazo, no los había causado su joven novio delincuente, los había causado simplemente su propio dolor, los médicos psiquiatras ni psicólogos la habían podido evitar durante esos años de tratamientos paliar su dolor y la única forma que lograba ella paliar ese dolor, aunque para muchos sea incomprensible, era ella mismo casi a diario producirse pequeño cortes por todo su cuerpo, preferentemente sitios escondidos.

Ante esta historia el señor policía se quedo perplejo y entendió muchas cosas que nunca hubiera pensado poder entender ni tan siquiera poder planteárselas.

Es muy difícil explicar lo que sintió el señor policía, múltiples sensaciones que le hicieron ver que las cosas a veces no son tan simples, que los problemas no son tan fáciles de solucionar, y que cada persona se protege de su dolor de formas quizá a los ojos de los demás irracionales, pero totalmente legitimas.

El señor policía todo y no compartir el porqué la joven novia protegía de esa manera a su novio,  entendió un poco más los motivos, como entendió que la vida nunca es fácil y que cada cual se protege de su dolor a su manera, aunque esta resulte incomprensible a los ojos del resto de mortales.

El señor policía todo y no disculpar la actitud de falta de respeto en que trataba el joven delincuente a su novia dado que por mucho que la hubiera cuidado en un pasado, no le daba derecho a mal tratarla en un presente, entendió que quizá dentro de cada persona siempre hay hechos malos como de buenos. Y ese joven delincuente un día tuvo quizá actos muy nobles hacia otra persona, todo y que en la actualidad hubieran cambiado.

Parte quinta

Después de aquel día el señor policía y la joven novia, solo volvieron hablar en un par de ocasiones. En una de estas conversaciones la joven novia  en que el señor policía le dijo que respetaba lo que había hecho en el pasado el joven delincuente por ella, pero que no justificaba su actitud actual, esta le pregunto en broma, ¿tu crees que alguien más estaría con una chica esquizofrénica y con mis problemas?, a lo cual el señor policía respondió con toda la sinceridad del mundo:

.- El resto del mundo no se qué haría, pero yo si me enamorase de ti o de alguien con problemas parecidos, no tendría problema alguno, en seguir enamorado.

Poco mas supo el señor policía de la joven enamorada y del joven delincuente, dejo de encontrárselos por ese pueblo de montaña, un buen día desaparecieron y cuando el señor policía alguna vez se acuerda de ellos, siempre piensa que esa joven tenía muchas cualidades de las que uno enamorarse, a pesar de sus formas de escapar de su dolor, del odio que tenia a muerte a su padre, a pesar del dolor físico que ella misma se producía para castigarse por algo de lo que no era culpable, a pesar de todo, esa joven tenía muchas cualidades que cualquier persona que la hubiera conocido podría enamorarse.  Simplemente era una buena persona, una persona llena de sentimientos y con el deseo de estar con la persona que se quería y que algún día a pesar de sus problemas todo le fuera a mejor, encontrar la paz y vivir dejando el pasado atrás o como mínimo sabiendo convivir con él.

Parte sexta

El señor policía, hoy en día tiene algo muy claro, no hay que juzgar a las personas por hechos puntuales o por como haya sido su vida, solo hay que ver las personas por lo que son en un presente. 

Y  te aseguro sumisita mía, que eres mi presente, y que me da igual completamente igual lo que hayas hecho en un presente o pasado para salir de tu dolor. Te quiero por lo que eres, y si hay cosas que aun en un presente necesitas hacer para salir de tu dolor, claro que las entenderé y aceptare, y si puedo te ayudare en ellas, siempre estaré a tu lado y dispuesto a escucharte.

Solo quiero pedirte que no caigas en el mismo error que ese señor policía, que juzgo precipitadamente y de forma muy simple, no juzgues por favor lo que tú crees que yo no puedo entender o aceptar, si me quieres sabes que puedes compartir esas cosas conmigo y que también puedes estar conmigo sin necesidad de compartirlas que a mí no me hace falta saberlas, que te quiero y es lo único que me importa.

Recuerda las muchas cosas que te han dado miedo decirme en ocasiones, y que luego cuando las he sabido no ha pasado nada, que todo ha seguido igual y con toda la normalidad, y esto ha sido así por algo simple, porque todo lo que veo en ti me enamora y te quiero.

A mí para desear estar cincuenta años a tu lado, solo me hace falta saber una cosa, algo tan simple como si me quieres y si tus sentimientos hacen que tu deseo sea estar conmigo a pesar de los muchísimos miedos que puedas tener.

No pienses en las cosas que crees que no puedo entender y aceptar, mi sentimientos solo entienden de algo, de lo que veo en ti, de lo que mucho que te quiero, y de las miles cosas bonitas que hay en tu interior.

Sumisita, si me quieres no tengas miedo en darme tu mano, no tengas miedo a coger en este instante el teléfono y llamarme , no tengas miedo a lo que yo pueda pensar, creer o aceptar, te repito de nuevo, que mis sentimientos solo entienden algo, que te quiero, y que me da igual que hayas hecho o estés haciendo para superar tu dolor, que me da igual que tengas altibajos, porque solo me quedo con una cosa que es lo que realmente importa, la felicidad que me produce tenerte a mi lado, el cariño que me das, y tus sentimientos hacia mí.

Muchas veces, me has dicho que no soportas el victimismo, por tanto sumisita, si me quieres no dudes en llamarme, no dejes que el victimismo y los miedos dirijan tu vida. Deja que tu vida la dirija tus sentimientos, que la dirija tus emociones, y comparte conmigo tus miedos si es tu deseo, comparte conmigo una amistad, un sentimiento, un cariño, unas ilusiones.

Sumisita, con el relato prácticamente real en todos los aspectos que te he escrito, he querido decirte, que al igual que podría enamorarme y estar enamorado, de una chica que tiene problemas de esquizofrenia como de unos traumas que siempre la perseguirán, sean cuales sean tus miedos y las cosas que te asusta decirme, que no creas que no las podría entender ni aceptar, créeme mis sentimientos hacia ti van mucho mas allá de lo que imaginas. 

Créeme cuando te digo que los buenos momentos que me haces disfrutar y que me hacen plenamente feliz, compensan sobradamente los momentos difíciles, es que estos son insignificantes al lado de toda la felicidad que me das.

Si hay cosas que te asusta decirme, te repito que no hace falta que me las digas, aunque sean cosas no de un pasado sino de un presente, a mi lo que me importa es si me quieres y no importa para que nuestra amistad y cariño prosiga empezar de cero.

Si me quieres, hazme un favor, no tengas reparo en este momento de coger el teléfono y llamarme, si me quieres y no me llamas por creer que me haces un bien, entonces te equivocas de todas todas, si me quieres no tengas miedo en acercarte a mi. Sumisita, esas cosas que piensas que no entenderé o aceptare, sean de un pasado o de un presente, las puedo entender si me las cuentas, y si es tu deseo empezar de cero, empecemos de cero, te repito que a mi solo me hace falta saber una cosa, que me quieres, es lo único que valoro y me importa.

No tengas miedo en coger el teléfono y llamarme, no tengas miedo a lo que te grita que hagas tu corazón y todos tus sentimientos, llamame , t’estimo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Señor Caracol y la señorita

El Señor Caracol y la señorita

Erase una vez en un pueblecito de Valencia, una abuelita que paseaba cada atardecer con su perrita Sena, por un parque lleno de niños. Muy simpática era la abuelita con los niños porque estos les encantaba jugar con Sena y darle golosinas de comer.

La abuelita muy mayor era, y siempre una sonrisa en sus labios había. La perrita Sena era muy trasto y muy algazana , le gustaba tan poco caminar que hasta para subir a su casa el ascensor esperaba.

Pero un día en que una tormenta sin aviso llego, sorprendió a la anciana y los niños en el parque, refugiándose todos en una pequeñita cabaña que rebosaba mucho encanto.

Los niños aburridos de tanto llover y no poder salir, a la abuelita le pidieron que un cuento les contara, y está muy amablemente accedió a contarles el cuento del Señor y la señorita Caracol.

-. Abuelita, abuelita, cuéntanos el cuento del Señor y la señorita Caracol, que nunca de el habíamos oído hablar.

Y la abuelita empezó a contar la historia de un Caracol que muchos años atrás había vivido en un bosque.

Niños, hace muchos años había un Señor Caracol, que siempre estaba triste, muchos disgustos había tenido y no quería sufrir más, no había tenido novias ni caracolas enamoradas de él y bien triste que estaba. Y cansado de esperar a que apareciera su princesa caracol que por el dolor que sentía decidió encerrarse en su cascaron y de allí no salir.

-. Abuelita, abuelita, pero si las caracolas no querían ser su novia, es que muy feo seria el Señor Caracol, ¿verdad?

Solo un poquito, nada más que un poquito, pero no era por eso que novias no había tenido, el siempre fue un caracol lleno de sueños, y siempre soñó desde bien niño, que en su vida solo podía haber una princesita caracol, una princesita caracol que lo llenara de vida, y de ilusiones, y con quien tener muchos caracolitos pequeñitos y para así siempre vivir felices.

Siempre soñó en que apareciera en su vida la princesita caracol, a quien poder mimar, y poderle dar todo su amor. Muchos decían del Señor Caracol que un bobainas era, que esos sueños que tenía nunca se hacían realidad, pero estaban equivocados, porque un buen día, cuando el menos lo esperaba y mas encerrado estaba en su cascaron….

-. Abuelita, abuelita, ¿Qué paso?, cuéntanos que paso abuelita.

Pues que una tarde cuando menos lo esperaba a una señorita caracol conoció. El Señor Caracol desde el primer instante vio en ella algo diferente, tuvo una extraña sensación, se sentía a gusto y estaba sonriendo después de mucho tiempo.  Por fin volvía a sonreír.

El señor Caracol, esa primera tarde a más escuchaba a la señorita Caracol, más recuperaba su sonrisa. Ella no era consciente de ello, pero es que la señorita Caracol, esa tarde trajo de nuevo la ilusión al Señor Caracol.

 

-. Abuelita, abuelita, pero cuéntanos más rápido que paso, que estamos impacientes por saber.

A partir de aquel día del que ya han pasado muchísimos años, el Señor y la señorita caracol, cada tarde y cada noche se encontraban para hablar. Los dos esperaban que llegara el momento de encontrarse, para contarse sus cosas. Se contaban como les había ido el día, se contaban sus ilusiones y sus miedos y muchísimas otras cosas.

Los dos eran pero que muy y muy felices hablando cada día. El Señor Caracol volvía a ser feliz, muy feliz, ya no deseaba estar encerrado en su cascaron, solo deseaba estar con su señorita caracol.

Los dos crearan un mundo de cuento de hadas, un mundo en que el señor Caracol se sentía como Peter Pan en el País del Nunca Jamás, todo era felicidad.

-. Abuelita, abuelita, ¿a que el Señor Caracol, se enamoró locamente de la señorita caracol?, ¿a que si?

Niños,  ha dejado casi de llover, ¿qué os parece si os sigo contando el cuento otro día?

-. De eso ni hablar abuelita, que queremos saber si el Señor Caracol estaba enamorado de la señorita caracol, cuétanos ya¡

La verdad que yo cuando era jovencita, llegue a conocer al Señor Caracol, y más de un día me confesó que estaba muy muy enamorado de la señorita Caracol. Me dijo que su única ilusión era disfrutar del amor que sentía hacia ella, que su deseo era vivir 50 años al lado de la señorita caracol. Que solo deseaba estar por ella, vivir para ella, que ella fuera su mundo.

Niños, os contaré otro secreto sobre el Señor Caracol que aún nadie sabe. Estaba pero tan enamorado de la señorita Caracol, que solo verla o oírla se ponía muy baboso. Desprendía babas por todos los sitios, iba andando y dejaba tras él una estela de baba pero que muy muy grande.

 -. Abuelita, abuelita ¿y la señorita caracol estaba enamorado del Señor Caracol?

Claro que estaba y muchísimo. La señorita Caracol quería al Señor Caracol también con locura, lo quería muchísimo. Para ella su ilusión era verlo cada día y triste estaba el día que no lo veía para así poder hablar horas y horas.

A la señorita Caracol le gustaba muchísimo hablar con el Señor Caracol, se pasaba horas contándole miles de cosas, se pasaba horas sin dejar de hablar. Es que sabéis, la señorita Caracol era muy parlanchina, como decís vosotros en el colegio “tenia muchísimo rollo”. Pero al Señor Caracol le encantaba que fuera así, le encantaba poderla escuchar durante horas y horas.

Tenía tanto cariño el señor Caracol hacia la señorita caracol, que el resto de animalitos del bosque, en el veían su carita de enamorado.

 

-. Abuelita, abuelita, pero si los dos se querían, seguro que se casaron rápido y vivieron muy felices.

Niños, hay una cosa que nos he dicho. El señor Caracol y la señorita Caracol tuvieron que pasar por muchas dificultades, superar muchísimos obstáculos. Como os he dicho ellos vivían en un mismo bosque, pero en diferentes arboles.  Los dos cada noche se posaban sobre una hoja de sus respectivos arboles y desde allí hablaban, estaban muy cercanos pero no estaban uno al ladro del otro.

-. Abuelita, pero seguro que el Señor Caracol bajo de su árbol para ir al árbol de la señorita Caracol y así poder estar a su lado. ¿A que si?

El señor Caracol efectivamente quería bajar de su árbol para ir al árbol de la señorita Caracol y así poder estar con ella, el vivía ya solo para estar por ella. No tenía ninguna otra ilusión que no fuera estar con ella.  Pero la señorita Caracol tenía muchísimos miedos, y no quería ni ella ir al otro árbol ni que el señor caracol fuera al suyo.

La señorita caracol tenía miedo a estar enamorada, tenía miedo a sufrir y hacer sufrir, tenía miedo a que las cosas no saliesen bien y se veía incapaz de estar los dos en la misma hoja.  Muchos enfados hubo entre elles por este motivo, pero muchísimos y de muy grandes, pero como se querían muchísimos los dos, los enfados siempre desaparecían y amigos volvían a ser.

El señor Caracol al principio se enfadaba mucho, pero finalmente comprendió algo que era muy importante, que enfadarse no servía de nada, no conducía a ningún lado y  que la solución era demostrar día a día a la señorita Caracol que la quería con locura. 

El señor Caracol comprendió que la señorita Caracol sufría muchísimo por culpa de sus miedos, y que la solución no era enfadarse con ella ni reñirla, sino que simplemente era estar por ella, demostrarle su cariño, ponerle en sus manos todo el cariño que sentía hacia ella y ayudarla a vencer sus miedos.

Si el señor Caracol siempre había estado enamorado de la señorita Caracol, ahora aún lo estaba más, porque al ver los miedos que tenia ella, le hacía comprender que aun por dentro era ella aun más bella de lo que había imaginado.

-. Abuelita, esta perrita tuya, la Sena nos parece que es algo cochina, que hace peste y mueve la colita.

Sena cochina, ¿qué has hecho tu?. Decirle cochina más que cochina y que si lo vuelve hacer no le daréis  golosinas.

-. Sena cochina más que cochina que si peos te tiras no te daremos mas golosinas ¡¡

-. Abuelita, abuelita, que no entendemos los miedos de la señorita Caracol, ¿si se querían porque tener miedo?

Y con una voz muy suave y bonita, la abuelita les conto a los niño…

Ay niños, la vida a veces es muy complicada y difícil de entender, ahora sois muy jovencitos para entenderlos, pero en unos años hacerme caso que vais a saber de qué os estoy hablando ahora.  Pero os contare que pensaba el señor Caracol de los miedos de la señorita Caracol, que fueran por el motivo que fueran, lo que realmente importaba era el presente y el futuro, el estar juntos, porque  lo único que realmente importa es el amor, con el amor se vence todo.

No os lo he dicho, pero el señor Caracol, era muy muy muy pero que muy obstinado, más terco que una mula, y es por ello, convencido del amor que sentían ambos uno por el otro, una cosa tenía muy clara, que nunca renunciara a la señorita Caracol y que siempre estaría a su lado, que haría todo para que ante todo su amiga fuera cual fuera el destino, mirase al presente y al futuro sin ningún miedo.

El señor Caracol en el interior de la señorita Caracol veía un tesoro lleno de oro con mucho brillo, y no estaba dispuesto a permitir que los miedos apagaran ese brillo interior que desprendía la señorita Caracol y que tanto le enamoraba.

.- Abuelita, ¿Qué pasa cuando los miedos no quieren marcharse?

El señor Caracol por propia experiencia sabía que si los miedos no se vencen, lo que hacen es bloquear la vida de un ser, no dejarla disfrutar del presente tal como le gustaría y tampoco mirar al futuro.  Pero hay algo aun peor que hacen los miedos, algo muchísimo peor, y es que a veces provocan que una persona se deje de querer así misma, que las personas pierdan su autoestima y que no se vean capaces de mostrar todo lo bonito que hay en ellas y que sean incapaces de afrontar el presente y el futuro.  

Y el señor Caracol no quería que le pasara esto a la señorita Caracol, y no quería que le pudiera pasar esto porque se había convertido no solo en su mejor amigo, sino en su gran amor.

Niños, ¿sabéis que hizo el señor Caracol?

Sin enfado alguno pero si con mucha fuerza interior gritar a la señorita Caracol, me vas a dejar de dar calabazas, que no quiero ser nunca más el mayor calabacero que haya habido en la tierra, y me vas a dejar de dar calabazas, porque me quieres y te quiero.

Es que niños, no os lo había contado, la señorita Caracol, le había dado al señor Caracol como 60 calabazas, tenía tantas calabazas que pronto  de seguir así se haría vendedor de calabazas para Halloween.

-. Abuelita, abuelita, ¿y qué dijo la señorita Caracol?

Se quedo muy sorprendida, pero cuando iba a hablar, el señor Caracol le dijo, no quiero oírte protestar y no quiero que me digas nada desde hoy haremos las cosas de mi manera. Y para empezar una vez a la semana bajare de mi árbol y me iré al tuyo, no subiré en el pero sí que te esperare a que bajes para venir a pasear conmigo.

Pero la señorita caracol que era muy protestona, quería decir la suya, pero muy terco el señor caracol le dijo, “No, no, no y no, no te admito protestas”. Y a continuación le dijo iré cada semana a tu árbol y si aun tienes miedo a bajar de él, cada vez que vaya a las doce de la noche me iré, pero lo hare sin enfado alguno y con la ilusión de volver la próxima semana para ver si tus miedos se han ido.

Y más cosas que le dijo el señor Caracol a la señorita Caracol, también le dijo que la quería con locura y que no iba a permitir que su amor se desvaneciera y cayera en el olvido, y que si amor no tenía que haber, igualmente iría a buscarla a su árbol, porque de su amistad siempre necesitaría.

-. Abuelita, abuelita, ¿y fue el señor Caracol  cada semana al árbol de la señorita Caracol?

Si que fue sí.  Como os he dicho antes, era el caracol más terco del bosque, y como quería tanto a la señorita Caracol, no iba a permitir que esta de ningún modo fuera cual fuera el futuro, viviera con miedos.  No quería que de ningún modo su mejor amiga afrontara el futuro con miedo alguno.

-. Abuelita, que todos los cuentos acaban bien, ¿a que al final la señorita Caracol bajo de su árbol para estar con el señor Caracol?

Uhmmmm pues la verdad niños, que la historia no tuvo un final feliz, siento desilusionarlos pero, muchos miedos tenia la señorita Caracol y no fue capaz…

-. No puede ser, no puede ser abuelita, que los dos se querían, y seguro que el señor Caracol sin poder vivir con la señorita caracol se volvió a su cascaron  y allí se quedaría…, dinos que no fue así abuelita.

Niños, niños dejarme acabar el cuento, que si que la señorita caracol bajo de su árbol, perdió sus miedos  y vivió 50 años de felicidad con el señor caracol, salvo en una cosa que a ella siempre le dio mucha rabia.

El señor Caracol era tan trasto, que siempre le llevaba a casa postres de chocolate, le encantaba ver a la señorita Caracol comiendo chocolate, pero a esta le daba rabia porque su culito se puso muy meloncito.

-. Abuelita, ya sabíamos que el cuento tenía que acabar bien, porque hasta los niños sabemos algo tan evidente como que cuando dos seres se quieren su destino es estar juntos.

Y así acabo este cuento, la abuelita les siguió contando a los niños lo muy felices que fueron el señor y la señorita Caracol, a los muchos sitios que fueron juntos, y como se casaron y tuvieron muchos caracolitos.

Un cuento para mi princesita

Un cuento para mi princesita

Érase una vez una hermosa doncella la cual era conocida en su aldea con el nombre de la Bella Adelaida ya que eras más bonita que una rosa en el mes de abril.

 

A la Bella Adelaida, le encantaba pasear por los bosques y los campos  para disfrutar de la olor de las flores y de los árboles, y un buen día en un largo  paseo se le hizo de noche encontrándose pérdida y  hambrienta.

 

Después de mucho andar la Bella Adelaida vio  una luz en la lejanía del bosque, y de inmediato dirigiéndose a ella para verse salvada, ya que miedo la daba oír los aullidos de los lobos y el canto de los búhos.

 

Al rato de mucho andar la Bella Adelaida llego a un castillo muy viejo y muy recóndito, un castillo el cual nunca había visto y del que nunca había oído hablar.

 

La Bella Adelaida gritó con fuerza:

 

- Señores del castillo señores del castillo soy una joven doncella perdida en el bosque, por favor ayúdenme que mucho miedo tengo.

 

Pero nadie respondió y la Bella Adelaida después de gritar varias veces que por favor alguien la ayudara, observo que la puerta del castillo estaba abierta y en el interior del castillo entro.

 

-Por favor por favor señores del castillo acudan en auxilio de una jovencita desprotegida.

 

Nadie contesto a la Bella Adelaida, la cual decidió inspeccionar el castillo dado que el mismo parecía habitado y estaba lleno de velas que iluminaban su interior.

 

Ya muy cansada la Bella Adelaida una habitación muy bonita encontró y en una bonita cama se acostó quedándose dormida rápidamente.

 

Pero cuando llevaba un rato dormida talvez por el miedo que tenia algo la sobresalto y de la cama se levanto dando una nueva vuelta por el castillo, viendo que dentro del castillo un rosal lleno de rosas había. Era el rosal más bonito que había visto jamás, de el brotaban unas rosas rojas que un hermoso olor desprendían.

 

La Bella Adelaida inconscientemente una rosa corto del rosal y en eso que una voz muy fuerte y muy enfadada le dijo:

 

-Ladrona, ¿de mi hospitalidad así abusas?, castigada serás con tener que vivir aquí  todo un año.

 

Sorprendida se quedo la Bella Adelaida, mirando de donde venia la voz y viendo que venia de un monstruito muy feo y muy antipático, que miedo y horror le dio.

 

El monstruito, el cual era conocido por La Bestia, una habitación muy bonita le dio a la Bella Adelaida, la cual muchas horas pasaba en ella sin salir por el miedo que sentía hacia su captor. 

 

Los días pasaban y poco a poco la Bella Adelaida y la Bestia cada noche empezaron a hablar, primero un poquito y luego un poquito más y más, hasta llegar a cada noche hablar horas y horas y horas.

 

Semanas pasaron y la Bella Adelaida solo podía hablar con un caracol que cada mañana la visitaba a su habitación, un caracol que era algo golfo, solo pensaba en cortejar a jóvenes caracolas y a la Bella Adelaida sus artes de seducción le contaba.

 

Mucho le divertida el caracol a la Bella Adelaida, ya que era tremendamente golfo, como desconsiderado pero al mismo tiempo muy tierno y buen amigo. Pero la Bella Adelaida durante el día solo esperaba que llegara la noche para poder hablar con el monstruito ya que a pesar de su antipatía y gruño noria  un encanto de persona lo consideraba.

 

Ternura le despertaba el monstruito a la Bella Adelaida, ya que este cada noche le hablaba de cómo había su vida, del porque había decidido apartarse de la gente y del porque se sentía solo. Malvadas brujas había conocido que todas las ilusiones le habían quitado.

 

Para el monstruito, tener a la Bella Adelaida cada noche, era lo más bonito que le había pasado jamás, podía hablarle de sus miedos e ilusiones, de sus sueños y de sus fantasías, le podía hacer confidencias que en aumento iban cada día.

 

Poco a poco para la Bella Adelaida, el monstruito en su amores se convirtió, para ella era muy emotivo hablar cada noche con el, y poder contarle lo que nunca había contado ella a nadie y poder escuchar de el lo que nunca nadie le había contado a ella.

 

Hablaban y hablaban, horas y días que cortísimos se hacían, y los meses pasaban, llegando un invierno y una primavera, un verano, un otoño y otro invierno.

 

Enamorados era evidente que ambos lo estaban, y muchas noches el amor hacían, la Bella Adelaida no lo veía a el como un  monstruito, sino como la persona más emotiva y sensible que había conocido.

 

Cada mañana el señor Caracol cuando veía a la  Bella Adelaida, le decía el amor has estado haciendo esta noche, que tus ojos de cansada te delatan, y muy curioso el no paraba de insistir a la joven doncella, que intimidades le contará, pero por mucho que la Bella Adelaida le contara que su cansancio solo se debía  a estar hablando y no haciendo el amor , el caracol muy  golfo no la quería creer.

 

Mucho se reía la Bella Adelaida, de lo  lujurioso que era su amigo el caracol, que siempre babas con el arrastraba.

 

A pesar que el monstruito, era a veces muy caprichoso y dominante, a la Bella Adelaida su sumisita le gustaba ser, le encantaba sentirse dominada por el, porque sabia que detrás de esa dominación amor solo había.

 

Pero como en todo cuento un problema había, el monstruito quería salir de castillo con la Bella Adelaida y atrás dejar su mundo de soledad y de enfado, estaba dispuesto a hacer realidad todos sus sueños y los de su amada Bella Adelaida, pero esta llena de medios sentía. Miedo le daba que la magia vivida durante todas esas noches y todos esos meses se acabara al abandonar el castillo.

 

Muchos y muchos miedos inundaban a la Bella Adelaida, miedo a sufrir por amor, miedo a que al vivir fuera del castillo ese mundo tan maravilloso pudiera cambiar.

 

Por mucho que el monstruito le quisiera hacer ver que no tenía que ser tan temerosa, ella no conseguía desprenderse de sus temores y tras muchos intentivas por la puerta del castillo la Bella Adelaida no había logrado salir.

 

Muchas ilusiones seguían entre los dos creando, el monstruito con la Bella Adelaida se quería casar y una noche le llego a decir:

 

-Bella Adelaida, eres mi ilusión, eres el único mundo en el que deseo vivir, eres mi mundo,  no te puedo decir lo mucho que te quiero, porque seria como multiplicar infinito por infinito, por favor, cásate conmigo porque eres lo único que necesito para ser feliz. Te quiero como nunca he querido, te necesito como no he necesitado, eres mi princesa, eres mi cuento de hadas hecho realidad, por favor por favor cásate conmigo.

 

Pero la Bella Adelaida, miedos seguía teniendo, y a pesar de querer casarse con su monstruito, mucho miedo le daba salir del castillo, ella se pensaba que el no la entendía, que no entendía su miedo, pero el la entendía y la respetaba, y como la quería y la adoraba, solo podía hacer una cosa esperar a que ella estuviera preparada, que sus miedos superara.

 

Este cuento es un cuento aún sin un final, tanto la Bella Adelaida y el monstruito no han escrito el final de este cuento, pero seguro que cuando llegue el final del cuento , sera un final precioso como todo cuentos de hadas, porque es el deseo de los dos, y el amor que se tienen uno por el otro solo puede llevar a un final bonito y a una única frase la cual puede cerrar esta bella historia de amor.

 

Colorin colarado este cuento se ha acabo, se amaron durante cincuenta años, fueron felices  y comieron perdices.

 

Per la noia que és el meu somni.

T’estimo .

Muak.