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El Señor Caracol y la señorita

El Señor Caracol y la señorita

Erase una vez en un pueblecito de Valencia, una abuelita que paseaba cada atardecer con su perrita Sena, por un parque lleno de niños. Muy simpática era la abuelita con los niños porque estos les encantaba jugar con Sena y darle golosinas de comer.

La abuelita muy mayor era, y siempre una sonrisa en sus labios había. La perrita Sena era muy trasto y muy algazana , le gustaba tan poco caminar que hasta para subir a su casa el ascensor esperaba.

Pero un día en que una tormenta sin aviso llego, sorprendió a la anciana y los niños en el parque, refugiándose todos en una pequeñita cabaña que rebosaba mucho encanto.

Los niños aburridos de tanto llover y no poder salir, a la abuelita le pidieron que un cuento les contara, y está muy amablemente accedió a contarles el cuento del Señor y la señorita Caracol.

-. Abuelita, abuelita, cuéntanos el cuento del Señor y la señorita Caracol, que nunca de el habíamos oído hablar.

Y la abuelita empezó a contar la historia de un Caracol que muchos años atrás había vivido en un bosque.

Niños, hace muchos años había un Señor Caracol, que siempre estaba triste, muchos disgustos había tenido y no quería sufrir más, no había tenido novias ni caracolas enamoradas de él y bien triste que estaba. Y cansado de esperar a que apareciera su princesa caracol que por el dolor que sentía decidió encerrarse en su cascaron y de allí no salir.

-. Abuelita, abuelita, pero si las caracolas no querían ser su novia, es que muy feo seria el Señor Caracol, ¿verdad?

Solo un poquito, nada más que un poquito, pero no era por eso que novias no había tenido, el siempre fue un caracol lleno de sueños, y siempre soñó desde bien niño, que en su vida solo podía haber una princesita caracol, una princesita caracol que lo llenara de vida, y de ilusiones, y con quien tener muchos caracolitos pequeñitos y para así siempre vivir felices.

Siempre soñó en que apareciera en su vida la princesita caracol, a quien poder mimar, y poderle dar todo su amor. Muchos decían del Señor Caracol que un bobainas era, que esos sueños que tenía nunca se hacían realidad, pero estaban equivocados, porque un buen día, cuando el menos lo esperaba y mas encerrado estaba en su cascaron….

-. Abuelita, abuelita, ¿Qué paso?, cuéntanos que paso abuelita.

Pues que una tarde cuando menos lo esperaba a una señorita caracol conoció. El Señor Caracol desde el primer instante vio en ella algo diferente, tuvo una extraña sensación, se sentía a gusto y estaba sonriendo después de mucho tiempo.  Por fin volvía a sonreír.

El señor Caracol, esa primera tarde a más escuchaba a la señorita Caracol, más recuperaba su sonrisa. Ella no era consciente de ello, pero es que la señorita Caracol, esa tarde trajo de nuevo la ilusión al Señor Caracol.

 

-. Abuelita, abuelita, pero cuéntanos más rápido que paso, que estamos impacientes por saber.

A partir de aquel día del que ya han pasado muchísimos años, el Señor y la señorita caracol, cada tarde y cada noche se encontraban para hablar. Los dos esperaban que llegara el momento de encontrarse, para contarse sus cosas. Se contaban como les había ido el día, se contaban sus ilusiones y sus miedos y muchísimas otras cosas.

Los dos eran pero que muy y muy felices hablando cada día. El Señor Caracol volvía a ser feliz, muy feliz, ya no deseaba estar encerrado en su cascaron, solo deseaba estar con su señorita caracol.

Los dos crearan un mundo de cuento de hadas, un mundo en que el señor Caracol se sentía como Peter Pan en el País del Nunca Jamás, todo era felicidad.

-. Abuelita, abuelita, ¿a que el Señor Caracol, se enamoró locamente de la señorita caracol?, ¿a que si?

Niños,  ha dejado casi de llover, ¿qué os parece si os sigo contando el cuento otro día?

-. De eso ni hablar abuelita, que queremos saber si el Señor Caracol estaba enamorado de la señorita caracol, cuétanos ya¡

La verdad que yo cuando era jovencita, llegue a conocer al Señor Caracol, y más de un día me confesó que estaba muy muy enamorado de la señorita Caracol. Me dijo que su única ilusión era disfrutar del amor que sentía hacia ella, que su deseo era vivir 50 años al lado de la señorita caracol. Que solo deseaba estar por ella, vivir para ella, que ella fuera su mundo.

Niños, os contaré otro secreto sobre el Señor Caracol que aún nadie sabe. Estaba pero tan enamorado de la señorita Caracol, que solo verla o oírla se ponía muy baboso. Desprendía babas por todos los sitios, iba andando y dejaba tras él una estela de baba pero que muy muy grande.

 -. Abuelita, abuelita ¿y la señorita caracol estaba enamorado del Señor Caracol?

Claro que estaba y muchísimo. La señorita Caracol quería al Señor Caracol también con locura, lo quería muchísimo. Para ella su ilusión era verlo cada día y triste estaba el día que no lo veía para así poder hablar horas y horas.

A la señorita Caracol le gustaba muchísimo hablar con el Señor Caracol, se pasaba horas contándole miles de cosas, se pasaba horas sin dejar de hablar. Es que sabéis, la señorita Caracol era muy parlanchina, como decís vosotros en el colegio “tenia muchísimo rollo”. Pero al Señor Caracol le encantaba que fuera así, le encantaba poderla escuchar durante horas y horas.

Tenía tanto cariño el señor Caracol hacia la señorita caracol, que el resto de animalitos del bosque, en el veían su carita de enamorado.

 

-. Abuelita, abuelita, pero si los dos se querían, seguro que se casaron rápido y vivieron muy felices.

Niños, hay una cosa que nos he dicho. El señor Caracol y la señorita Caracol tuvieron que pasar por muchas dificultades, superar muchísimos obstáculos. Como os he dicho ellos vivían en un mismo bosque, pero en diferentes arboles.  Los dos cada noche se posaban sobre una hoja de sus respectivos arboles y desde allí hablaban, estaban muy cercanos pero no estaban uno al ladro del otro.

-. Abuelita, pero seguro que el Señor Caracol bajo de su árbol para ir al árbol de la señorita Caracol y así poder estar a su lado. ¿A que si?

El señor Caracol efectivamente quería bajar de su árbol para ir al árbol de la señorita Caracol y así poder estar con ella, el vivía ya solo para estar por ella. No tenía ninguna otra ilusión que no fuera estar con ella.  Pero la señorita Caracol tenía muchísimos miedos, y no quería ni ella ir al otro árbol ni que el señor caracol fuera al suyo.

La señorita caracol tenía miedo a estar enamorada, tenía miedo a sufrir y hacer sufrir, tenía miedo a que las cosas no saliesen bien y se veía incapaz de estar los dos en la misma hoja.  Muchos enfados hubo entre elles por este motivo, pero muchísimos y de muy grandes, pero como se querían muchísimos los dos, los enfados siempre desaparecían y amigos volvían a ser.

El señor Caracol al principio se enfadaba mucho, pero finalmente comprendió algo que era muy importante, que enfadarse no servía de nada, no conducía a ningún lado y  que la solución era demostrar día a día a la señorita Caracol que la quería con locura. 

El señor Caracol comprendió que la señorita Caracol sufría muchísimo por culpa de sus miedos, y que la solución no era enfadarse con ella ni reñirla, sino que simplemente era estar por ella, demostrarle su cariño, ponerle en sus manos todo el cariño que sentía hacia ella y ayudarla a vencer sus miedos.

Si el señor Caracol siempre había estado enamorado de la señorita Caracol, ahora aún lo estaba más, porque al ver los miedos que tenia ella, le hacía comprender que aun por dentro era ella aun más bella de lo que había imaginado.

-. Abuelita, esta perrita tuya, la Sena nos parece que es algo cochina, que hace peste y mueve la colita.

Sena cochina, ¿qué has hecho tu?. Decirle cochina más que cochina y que si lo vuelve hacer no le daréis  golosinas.

-. Sena cochina más que cochina que si peos te tiras no te daremos mas golosinas ¡¡

-. Abuelita, abuelita, que no entendemos los miedos de la señorita Caracol, ¿si se querían porque tener miedo?

Y con una voz muy suave y bonita, la abuelita les conto a los niño…

Ay niños, la vida a veces es muy complicada y difícil de entender, ahora sois muy jovencitos para entenderlos, pero en unos años hacerme caso que vais a saber de qué os estoy hablando ahora.  Pero os contare que pensaba el señor Caracol de los miedos de la señorita Caracol, que fueran por el motivo que fueran, lo que realmente importaba era el presente y el futuro, el estar juntos, porque  lo único que realmente importa es el amor, con el amor se vence todo.

No os lo he dicho, pero el señor Caracol, era muy muy muy pero que muy obstinado, más terco que una mula, y es por ello, convencido del amor que sentían ambos uno por el otro, una cosa tenía muy clara, que nunca renunciara a la señorita Caracol y que siempre estaría a su lado, que haría todo para que ante todo su amiga fuera cual fuera el destino, mirase al presente y al futuro sin ningún miedo.

El señor Caracol en el interior de la señorita Caracol veía un tesoro lleno de oro con mucho brillo, y no estaba dispuesto a permitir que los miedos apagaran ese brillo interior que desprendía la señorita Caracol y que tanto le enamoraba.

.- Abuelita, ¿Qué pasa cuando los miedos no quieren marcharse?

El señor Caracol por propia experiencia sabía que si los miedos no se vencen, lo que hacen es bloquear la vida de un ser, no dejarla disfrutar del presente tal como le gustaría y tampoco mirar al futuro.  Pero hay algo aun peor que hacen los miedos, algo muchísimo peor, y es que a veces provocan que una persona se deje de querer así misma, que las personas pierdan su autoestima y que no se vean capaces de mostrar todo lo bonito que hay en ellas y que sean incapaces de afrontar el presente y el futuro.  

Y el señor Caracol no quería que le pasara esto a la señorita Caracol, y no quería que le pudiera pasar esto porque se había convertido no solo en su mejor amigo, sino en su gran amor.

Niños, ¿sabéis que hizo el señor Caracol?

Sin enfado alguno pero si con mucha fuerza interior gritar a la señorita Caracol, me vas a dejar de dar calabazas, que no quiero ser nunca más el mayor calabacero que haya habido en la tierra, y me vas a dejar de dar calabazas, porque me quieres y te quiero.

Es que niños, no os lo había contado, la señorita Caracol, le había dado al señor Caracol como 60 calabazas, tenía tantas calabazas que pronto  de seguir así se haría vendedor de calabazas para Halloween.

-. Abuelita, abuelita, ¿y qué dijo la señorita Caracol?

Se quedo muy sorprendida, pero cuando iba a hablar, el señor Caracol le dijo, no quiero oírte protestar y no quiero que me digas nada desde hoy haremos las cosas de mi manera. Y para empezar una vez a la semana bajare de mi árbol y me iré al tuyo, no subiré en el pero sí que te esperare a que bajes para venir a pasear conmigo.

Pero la señorita caracol que era muy protestona, quería decir la suya, pero muy terco el señor caracol le dijo, “No, no, no y no, no te admito protestas”. Y a continuación le dijo iré cada semana a tu árbol y si aun tienes miedo a bajar de él, cada vez que vaya a las doce de la noche me iré, pero lo hare sin enfado alguno y con la ilusión de volver la próxima semana para ver si tus miedos se han ido.

Y más cosas que le dijo el señor Caracol a la señorita Caracol, también le dijo que la quería con locura y que no iba a permitir que su amor se desvaneciera y cayera en el olvido, y que si amor no tenía que haber, igualmente iría a buscarla a su árbol, porque de su amistad siempre necesitaría.

-. Abuelita, abuelita, ¿y fue el señor Caracol  cada semana al árbol de la señorita Caracol?

Si que fue sí.  Como os he dicho antes, era el caracol más terco del bosque, y como quería tanto a la señorita Caracol, no iba a permitir que esta de ningún modo fuera cual fuera el futuro, viviera con miedos.  No quería que de ningún modo su mejor amiga afrontara el futuro con miedo alguno.

-. Abuelita, que todos los cuentos acaban bien, ¿a que al final la señorita Caracol bajo de su árbol para estar con el señor Caracol?

Uhmmmm pues la verdad niños, que la historia no tuvo un final feliz, siento desilusionarlos pero, muchos miedos tenia la señorita Caracol y no fue capaz…

-. No puede ser, no puede ser abuelita, que los dos se querían, y seguro que el señor Caracol sin poder vivir con la señorita caracol se volvió a su cascaron  y allí se quedaría…, dinos que no fue así abuelita.

Niños, niños dejarme acabar el cuento, que si que la señorita caracol bajo de su árbol, perdió sus miedos  y vivió 50 años de felicidad con el señor caracol, salvo en una cosa que a ella siempre le dio mucha rabia.

El señor Caracol era tan trasto, que siempre le llevaba a casa postres de chocolate, le encantaba ver a la señorita Caracol comiendo chocolate, pero a esta le daba rabia porque su culito se puso muy meloncito.

-. Abuelita, ya sabíamos que el cuento tenía que acabar bien, porque hasta los niños sabemos algo tan evidente como que cuando dos seres se quieren su destino es estar juntos.

Y así acabo este cuento, la abuelita les siguió contando a los niños lo muy felices que fueron el señor y la señorita Caracol, a los muchos sitios que fueron juntos, y como se casaron y tuvieron muchos caracolitos.

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