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Princesita Sumisita 50

Eran las cinco de la mañana que la princesa Sumisita se desvelo y empezó a pensar en el sueño que acababa de tener, un sueño precioso el cual la había llevado al pasado.

Quieta se quedo la princesita Sumisita en su cama, pensando en ese bonito sueño, había soñado en el príncipe de las Tierras del Norte al cual había amado en un pasado.  

Empezó a recordar, todo lo que había soñado junta a su amado príncipe, empezó a recordar todas las ilusiones y sueños que tenían ambos de una vida en común. 

El sueño que había desvelado a la princesita, empezaba en un precioso mirador sobre una cala de aguas azules envuelta de pequeños acantilados de roca, era un día soleado y el príncipe estaba sentado en un banco mirando una nube que dibujaba la carita de su amada princesa y de la perrita de esta que el adoraba.

La imaginación del príncipe, le hacía convertirse a el mismo en un nube que subía a los más alto del cielo para poder acariciar a su amada princesita y su amada perrita, para el eran su ilusión y su fuente de vida.

El príncipe convertido en nube no dejaba de jugar, de tocar, de acariciar a sus dos princesitas, y para el poder estar con ellas, poder junto a ellas y verlas felices era su cielo y su universo.

El príncipe sentado en el banco de piedra mirando el mar y disfrutando de su sueño, solo deseaba una cosa poder estar con sus amadas princesitas y que estas aparecieran andando en ese día de verano por el camino que llevaba al mirador.

La princesita Sumisita, siguió desvelada y recordando las ilusiones que vivió junto al lejano Príncipe de las Tierras del Norte, recordaba con cariño las noches que  se pasaban hablando y hablando a la luz de las estrellas y hasta que el sol se asomaba.

La princesita recordaba todas sus conversaciones, como el Príncipe siempre la quería hacer sonreír y como nunca la quería ver triste o con miedos.

La princesita tumbada sobre la cama recogida en ella misma como si de una niña asustada se tratara, no dejaba de recordar con nostalgia todas esas ilusiones y sueños, no dejaba de recordar cómo había deseado siempre tener una familia a la que querer, como deseaba ver crecer a un pequeño príncipe o princesa y arroparlo en sus brazos y cuidar de él.

La princesita Sumisita, siempre de jovencita había tenido muchas ilusiones y sueños a los que había renunciado por miedos y su Príncipe de las Tierras del Norte en esos años solo quería que su princesa dejara de temer y hiciera realidad sus sueños perdidos, y por ello lucho.

Una vez la princesita Sumisita le canto una preciosa canción al  Príncipe de las Tierras del Norte, en la cual le decía que la tenía en sus manos y que por favor no la dejara caer, y el príncipe estas letras de la canción le parecieron mágicas porque nunca antes alguien le había dicho algo tan bonito y lleno de sentimiento. El príncipe des de que conoció a la princesita siempre tuvo una imagen de ella que le despertaba mucho sentimiento, la veía como la bailarina de una caja de música llena de belleza y fragilidad la cual estaba en entre sus manos y el solo deseaba que la magia que había en la bailarina nunca se apagara, solo deseaba que de la caja de música saliese una maravillosa melodía que los hiciera a los dos para siempre felices.

Hay una confesión que el príncipe nunca le hizo a su princesa, que es una pesadilla que el a menudo tenia y que muchas noches le hacía despertar asustado. Más de una noche el príncipe de las Tierras del Norte se había despertado al ver en sus sueños que la princesita se caía de sus manos, por nada del mundo la dejaría caer, nunca iba a permitir que a la princesita le pasara nada de malo o que algo la hiciera sufrir, no eso no, nunca.

El príncipe de las Tierras del Norte, se había prometido un 26 de abril de 2007, que siempre cuidaría de su princesa, que se dejaría morir por ella, que era su mundo y que siempre buscaría su felicidad. Para el príncipe ese día fue su alianza, fue la entrega completa de sus sentimientos a la princesa que amaba.

El príncipe no dejaría caer de sus manos a su princesa, incluso si por miedos de ella misma se viera abocada a un precipicio no la dejaría caer de sus manos, sabiendo que ella lo amaba no la dejaría caer y menos por sus propios miedos. De ninguna forma permitiría que la princesa por decirlo de alguna manera suicidara sus ilusiones, sus sueños y sus sentimientos, ya que si morían estas tres hermosas palabras en ella, entonces también eran morir para el.

Seguía la princesa Sumisita tumbada en la cama, en la misma postura que en una foto que le encantaba al príncipe y que había sido de las primeras fotos que vieron juntos, no dejaba de recordar y recordar la princesita, en lo mucho que quería el príncipe, en como la quería él, en cómo se divertían juntos, en como compartían sus vidas, sus ilusiones, sus sueños, sus vidas.

Recordaba como el Príncipe deseaba verla siempre bailando, con una sonrisa, como el príncipe siempre la imaginaba esperándola en la entrada del castillo cuando el llegara de sus batallas, para ella poderlo besar y entregarse a él, solo dar el primer paso a través de la puerta.

Recordaba como el Príncipe deseaba y deseaba poder jugar con la perrita Dupi, su otro gran amor, su otra princesa, la adoraba porque para era la guardián de su amada, la guardián que la protegía, era su amiga y le daba un inmenso cariño.

Recordaba y recordaba la princesa Sumisita tumbada sobre la cama, los viajes que habían imaginado con el Príncipe, los lugares del mundo donde hubieran hecho el amor, Egipto, Paris, Brujas, Asturias, Roma y muchísimos otros, donde el príncipe le hubiera dicho una y otra vez lo que más le gustaba decirle, “t’estimo , ets el meu tot”.

Recordaba cómo habían imaginado correr por la playa juntos, con Duni y con un pequeño bebé que sería la felicidad de ambos.

Recordaba y recordaba, miles de noches juntos, miles de cartas de amor, miles de palomas mensajeras que volaban rápidamente por los cielos con un simple mensaje “t’estimo”.

Recordaba lo maravillosa que había sido aquella época, recordaba como el príncipe llenaba su vida, como la hacía feliz, como él se desvivía por ella, pero también recordaba como por miedos finalmente había sido suicidado sus ilusiones y sus sueños, como por miedos había alejado al príncipe que tanto la amaba de su lado.

Esa madrugada en que se había despertado a las cinco de la mañana, no podía dejar de pensar que era 26 de abril de 2022 y que hacía 13 años que no había alejado de su lado a su príncipe que tanto la amaba.  

La princesa Sumisita en la postura de esa foto que tanto gustaba al príncipe, miraba su lado vacio de la cama, un lado en que deseaba a aquel príncipe que tanto la había amado y que seguro que desde un lugar la seguía aun amando y deseando a pesar los años seguir luchando por ella.

La princesa al ver esa parte de cama, sintió un gran vacío porque esa parte vacía eran los sueños e ilusiones a los cuales había renunciado por miedos, esa parte de la cama era un amor ausente.

Esa parte de la cama siempre había estado vacía en esos años porque no habían ilusiones y sueños,  solo había habido miedos, pero nada que la hiciera sonreír como la hacía sonreír su príncipe.

En esa parte de la cama no llegaba el sol cuando este asomaba por la ventana, simplemente porque no había en ellas las ilusiones hechas realidad que de jovencita había deseado la princesita.

Seguía siendo de madrugada y la princesita Sumisita seguía pensando, en cómo había sido su vida de miedos y en como hubiera sido su vida con el príncipe que tanto la amaba y con el cual podía hablar sin temor, expresar todo lo que había en su interior y compartirlo con él, porque fuera lo que fuera que hubiera en el interior de la princesita el príncipe la quería tanto que nunca se hubiera apartado de ella.

La princesita Sumisita recordó una leyenda o fabula que hacía años de la cual se oía hablar, un caballero andante que recorría el mundo intentando ayudar a las personas, pero con mirada triste y que de vez en cuando se le oía murmurar cuando pensaba que nadie lo oía, t’estimo Sumisita.

Se decía de ese caballero errante que había amado tanto a una princesa que al perderla había perdido toda ilusión volviéndose loco de tristeza, pero la seguía queriendo, la seguía amando y seguía siendo su vida.

Poco a poco la Princesita Sumisita se fue durmiendo otra vez, y ya dormida lentamente una sonrisa se dibujo en sus labios. La princesa volvía a soñar, y soñaba con la otra princesita del Príncipe de la Tierras del Norte, soñaba con Duni, su gran amiga. 

Soñaba que estaban paseando como hacían muchos años atrás por una playa a primera hora de la mañana, un paseo de tranquilidad y que era disfrutar del gran amor que las unía. En ese paseo por la playa la princesa Duni en cierto momento se paro y le dijo a su amiga:

“Parate un momento y mira allá esa nube en el cielo, ¿ves lo que hay?”

A lo cual la Princesa Sumisita, queriendo disimular y como si esa pregunta no fuera con ella respondió:

“Vamos que llegamos tarde a casa, no veo nada, sigamos”

Y la princesita Duni, replico enfadada:

“No disimules que ves bien lo que hay, en esas nubes se dibujan tus ilusiones, tus sueños de toda una vida, y ahora seré como el Príncipe de las Tierras del Norte y te pondré un castigo por bobainas, escribe en la arena  las ilusiones que se dibujan en esas nubes y a las cuales has renunciado por miedos”

Se hizo un largo silencio en que la Princesita Sumisita, se paro a mirar las nubes que dibujaban unos sueños y unas ilusiones de toda una vida, a los cuales había renunciado, y al cabo de esos largos instantes la princesita Duni, dijo:

“Seguro que tu príncipe ahora mismo está mirando también una nube sobre el mar y en ella te sigue viendo porque eres su gran amor, eres su locura”

Y con carita muy dulce y llena de sentimiento la Princesita Duni siguió diciendo a su gran amiga:

“Amiga mía, cuando te conocí mi vida era muy difícil, tremendamente difícil, pero confié en ti y me devolviste la felicidad y desde entonces siempre moví la colita. La vida a veces nos depara momentos muy difíciles pero también de muy bonitos y personas que nos quieren y adoran, y no debemos renunciar a esas personas”

“A veces nos podemos enfadar con las personas que más queremos, mira que yo me enfadaba contigo cuando me querías bañar o darme ese pienso tan malo para adelgazar, pero no por ello quería alejarme de ti e irme a otro sitio, quería seguir estando contigo, porque a pesar de esos momentos que yo me ponía tonta, tú eras mi amiga, tú eras mi felicidad, no quería dejar de estar contigo”

Y con cara más dulce la princesita Duni preguntó:

“¿Cuando piensas en tu Príncipe, aún mueves tu colita con alegría?, no seas terca y dime la verdad”

Y sentándose sobre la arena de la playa la Princesita Duni dijo con semblante serio:

“¿Por qué renuncias a él si lo quieres?, no me digas que eres conflictiva porque él te quiere por lo que eres y cómo eres, sabe todo lo que hay dentro de ti, sabe de tus miedos, pero te quiere y es lo que único que le importa, le llenas de felicidad y el no quiere dejarte caer, porque para él verte caer, verte renunciar a tus sueños, es perder lo que más desea que es ver simplemente tu felicidad”

Y poco a poco el sueño se fue desvaneciendo, y al despertar la Princesita Sumisita, se hizo una pregunta:

“¿En qué año estoy?, ¿estoy en el 2022 o en 2009?”

Y aun nerviosa por los sueños y pensamientos que había tenido, siguió pensando:

“¿En qué año realmente quiero estar?, en el año en que estoy con mi príncipe y deseando disfrutar de las ilusiones y sueños de toda mi vida o en el año en que veo media cama vacía?, ¿puedo estar una vida entera sin poder ni querer tener ilusiones ni sueños, renunciando a ellos?, ¿puedo seguir así, dando la espalda a mis sentimientos e ilusiones?”.

Al mismo tiempo que la Princesita Sumisita, tenia estos pensamientos una reina mayor, en un sitio muy lejano le estaba preguntando al principe:

“No hablas con tu princesa, hace días que noto que no hablas con ella y la verdad es con la única persona con la que te he visto realmente feliz cuando te he visto hablar, ¿está bien?”.

 

Y el príncipe se mordía la lengua, porque su deseo era poder gritar, la quiero y con locura, quiero estar con ella y sin ella es que me siento triste y completamente vacío, todo lo que veo en ella me llena de ilusión y sentimientos.

El Príncipe de las Tierras del Norte, solo deseaba ver la felicidad de su princesa, no dejarla caer de sus manos y menos que ella misma se acercara a un precipicio por miedos y que cayera en el renunciando a sus sueños.

El Príncipe solo deseaba que al despertar de su sueño la princesita, deseara un mundo de ilusiones y no un mundo de renuncia, solo deseaba su felicidad y una vida en común donde compartir y disfrutar de ilusiones, y estar siempre por la persona que más amaba, su princesa Sumisita

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